El Rey no soportó más. Su historia y su mística; su gente y sus jugadores, juntaron esas débiles vocecitas para despertarlo. Primero, en La Paternal, algunos, gritaron y pellizcaron; luego, en Montevideo, otros tantos, rasparon y dejaron el alma. Y siempre, en Avellaneda, muchos, mejor dicho todos, soñaron. Y sueñan. Porque el Rey, esta vez, sí escuchó esos ecos de gloria. Y ante el estupor de la periferia, ya pasaron Argentinos—en el revival del duelo ochentoso—y Defensor Sporting— un viaje a la mística copera–.
Ahora, la obsesión de Independiente hace escala en Tolima. Deportes Tolima (1954) e Independiente (1904) saldrán de copas esta noche, por primera vez en la historia. Y valga el juego de palabras, porque el dueño de casa, bajo el apodo “el vinotinto”, y el anfitrión, con ese equipaje lleno de copas, buscarán, en el Manuel Munillo Toro, un resultado embriagador. A recordar: el empate con goles, no es un mal trago. Pero claro, eso no implica resignar jugar de “igual a igual”, como anticipó Antonio Mohamed.
El partido, entonces, estará rodeado historias encontradas, como, por ejemplo, la de Rodrigo Marangoni, ese entrerriano 10 de Tolima, quien es confeso hincha del Rojo. Y por qué no, de historias enfrentadas. Ya que existe una añeja relación entre Deportes Tolima y Racing. La amistad data más de cinco décadas. A punto tal, que la primera vestimenta que utilizó Tolima, en 1955, era la de Racing, conseguida por el argentino Barbieri. Y en la actualidad, la camaradería continúa en algunos grupitos de ambas parcialidades, quienes comparten banderas.
El globo terráqueo gira y el dedo apunta a la pequeña Ibagué. Allí, Independiente es y será noticia por estos días. Los periódicos, enseguida, anuncian la llegada del “verdadero Rey de Copas” para matizar, un poco, tantas pobrezas existenciales que atentan las existencias de los pobres. Porque, a kilómetros del estadio, los vecinos de Carajamarca—ciudad de Ibagúe—luchan a brazo partido contra la explotación de La Colosa, una mina de oro, que, según ellos, destruiría el ecosistema al utilizar ¡dos millones de litros de agua por día!
Así y todo, pronto, desde este lado del mapa, emergen los gratos recuerdos. Esto es fútbol y nadie olvida que, en las últimas alegrías, siempre hubo algún cafetero, ya sea en el plantel o como rival. Ahí nomás en la cronología, aparece Faryd Mondragón acercándole al cielo esa (pesada) Supercopa del 95, en el Maracaná. Nadie olvida, tampoco, los dos penales –calcados—que, en la Doble Visera, aprovechó Gustavo López para vencer a René Higuita y eliminar al Atlético Medellín, en cuartos de final de aquella Supercopa.
Y hay más café. Porque en Avellaneda, en cada ocasión especial, Alveiro Usuriaga sobrevuela los recuerdos más preciados. Y vaya coincidencia, el Palomo debutó en la primera, en 1987, de Deportes Tolima. Los estadígrafos, en tanto, remarcan la paternidad ante los equipos colombianos. De 20 partidos, Independiente ganó 12, empató 4 y perdió 4. Aunque en Colombia ganó sólo 2 veces –la última en la Libertadores 72, 4-2 vs. Santa Fe–.
Independiente va por el mundo, otra vez. Ese que, en largo trecho, supo caber en las palmas de sus manos. Ese mundo que, más bien, pareció un mapamundi.